Pese a haber nacido en 1934, el ambicioso Traction Avant de Citroen no sólo logró mantenerse vigente durante 10 años, sino que la II Guerra Mundial prolongó un decenio más su trayectoria y pese a todo, era un automóvil que seguía despertando mucho interés. Sin embargo, llegados los tiempos de paz y pasados los terribles años de la Posguerra, su obsolencia era más que evidente y conforme se acercaba la fecha de cada nuevo salón del automóvil, las especulaciones sobre su sucesor comenzaban a hacer cada vez más ruido.
Pese a todo, y controlando el tiempo magistralmente, Citroen seguía jugando sus cartas y tomándoselo con calma, conscientes de que preparaban algo muy grande y co verdadero impacto social. El miércoles 3 de octubre de 1955, caída la noche y sigilosamente dos coches accedieron al Grand Palais, escenario del Salón del Automóvil de París, y fueron depositados en el stand de Citroen. Cuando el jueves 4 de octubre fueron mostrados al público, todo el mundo quedó extasiado contemplándolos.
Los primeros bocetos del sucesor del Traction datan de 1938, sólo cuatro años después de su lanzamiento. Sin embargo, la situación de guerra retrasó todos los proyectos de Citroen durante seis temporadas. El presidente de Citroen, Pierre Boulanger, quería un automóvil de gran difusión con motores de cuatro y seis cilindros con líneas muy modernas. Debía ser más confortable y tener mejor estabilidad y capacidad de frenado que el Traction. De estos trabajos se encargó el ingeniero André Lefebvre, a su vez creador del Traction y del 2CV.
El trabajo de diseño del nuevo Citroen se reemprendió en 1945, pero en 1950, tras la muerte de Boulanger en accidente, Robert Puiseux, proveniente de Michelin -propietaria de Citroen- retomó y aceleró la gestación del proyecto. El mayor problema surgió a la hora de encontrar un motor lo suficientemente plano para entrar en el capó tan bajo del vehículo. En principio se pensó en un seis cilindros opuestos refrigerado por aire al estilo del motor del 2CV, pero su puesta a punto resultó más lento de lo esperado y la opción quedó desechada en beneficio del cuatro cilindros de 1.991 cc del Traction Avant, puesto al día con una nueva culata que le permitía llegar a los 75 CV de potencia.
En la incesante búsqueda del coche más vanguardista del momento, el nuevo Citroen iría equipado con un sofisticado y moderno sistema hidráulico aplicados a la dirección y a la suspensión. La novedad de esta tecnología también retrasó el proyecto. Estos nuevos sistemas fueron probados en una versión del Traction 15/6 vendida en 1954, el H.
Las siglas DS fueron las elegidas para nombrar al nuevo buque insignia de Citroen, 'D' por 'automóvil de gran difusión', y 'S' por 'Speciale', en relación a la denominación que recibía la nueva culata de su motor. Todo el trabajo de diseño corrió de manos del jefe de Estilo de Citroen, Flaminio Bertoni, que no sólo aplicó vanguardia y modernidad a las formas del coche, sino que también apostó por el uso de nuevos materiales tanto en el interior como en el exterior: plásticos termodeformados, espuma de caucho, nylon, el pabellón de fibra de vidrio, cristal trasero envolvente o la original forma de cuerno de los intermitentes posteriores.
El impacto causado por el nuevo DS 19 fue total en el Salón de París, pues su carácter innovador era mucho mayor que lo que se creía, gracias a la inteligente política de comunicación con filtraciones interesadas que llevó a cabo Citroen durante la gestación del coche y ante las insistentes y constantes preguntas de los medios especializados. Su estética, acabados y uso de la hidráulica no tenían parangón. La nueva suspensión hidroneumática aportaba una suavidad y estabilidad en la marcha hasta ahora inédita. La potencia de frenada contrastaba con el leve toque que exigía un botón colocado en el piso junto al acelerador. No tenía pedal de embrague y el manejo de su selector del cambio, asistido hidráulicamente y colocado tras el volante, exigía familiarizarse con él.
De su interior llamaban la atención el uso de colores vivos en moquetas y tapicerías y sus asientos eran tan confortables como los de autos de mayor categoría. La gama de colores exteriores, especialmente llamativos, causó una gran impresión al actual y conservador comprador de Citroen, partidario de su Traction en negro. El sistema de suspensión era especialmente sofisticado y los muelles eran sustituidos por esferas de gas. Todo el conjunto para estar bien optimizado necesitaba de una gran potencia hidráulica, pues además daba servicio a los frenos y a la caja de cambios.
El DS creó, literalmente, una nueva relación entre el coche y su conductor. Todos los sistemas facilitaban la labor al automovilistas aunque éste nunca sentía perder el control en beneficio de la máquina. Los frenos de disco venían a mejorar aún más la efectividad del sistema hidráulico y la dirección era suave y precisa, todo lo contrario de la creencia común de la época con respecto a los coches con tracción delantera. Si el DS sufría un pinchazo, gracias a su suspensión podía circular con tres ruedas hasta el servicio más próximo.
Algunas de sus cifras comerciales fueron de auténtico récord: en sus primeros 45 minutos de exposición en el Salón de París registró 749 pedidos, y al final del primer día, 12.000 clientes estaban inscritos en la lista de espera. En Francia es popularmente conocido tanto como la 'Diosa' -por la pronunciación en francés de las siglas DS, 'déese'- y como 'Tiburón', en este caso por la evocación que suscita el diseño de Flaminio Bertoni. En 1956 se presentó la versión ID 19, de similar estética, pero más básico en su técnica.
Siempre ha habido, hay y habrá infinidad de miniaturas del DS, de todas las escalas. Concretamente hoy hablamos del DS 19 berlina, hecho por Ixo para el editor de coleccionables Altaya. Concretamente el DS 19 que se entregó como número 3 en la exitosa colección 'Nuestros Queridos Coches'. Ante todo vamos a destacar el molde, muy bueno y conseguido, que como ya sabemos, el talón de Aquiles de la marca Ixo son sus moldes, cuyas proporciones y formas no son las mejores del mercado, aunque en este caso estamos ante una excepción. En el exterior están todos los detalles, aunque peca de exceso de pintura, otra constante de la marca. El interior está muy bien conseguido, destacando los numerosos contrastes de colores con el salpicadero, el volante, los asientos y el suelo. El cuadro de mandos está bien presentado con su corresponidentes calca. El conjunto resultante cuenta con una excelente relación calidad y precio y puede considerarse de las miniaturas con más calidad del coleccionable en términos estrictos, aunque claro, comparado con la cantidad de miniaturas inéditas de clásicos españoles, este DS no será de los modelos que más interés registren.
No hay comentarios:
Publicar un comentario