La "invasión" de pequeños deportivos europeos, principalmente ingleses, que vivió los Estados Unidos en la década de los 50 trajo como consecuencia el nacimiento de dos de las automóviles más legendarios no ya sólo de este país, sino de la historia: el Chevrolet Corvette y el Thunderbid de la Ford. Ambos nacieron con el objetivo de proporcionar al automovilista americano un coche de tamaño compacto, aspecto agradable y una potente mecánica que hiciera su conducción amena y divertida. Lo cierto es que ambos modelos, concebidos de forma similar, han tenido una diferente evolución hasta hoy día, mientras el primero ha mantenido su esencia intacta, el segundo tuvo una trayectoria más movida y cambiante. Este artículo se centrará en su primera generación, fabricada entre 1955 y 1957.
El Thunderbird fue la respuesta de Ford al precioso deportivo biplaza descubierto que bajo el nombre de Corvette General Motors presentó con todo el boato del mundo en la llamativa feria itinerante 'Motorama 1953'. La firma del óvalo azul no fabricaba un auto biplaza convertible desde 1938. Su nombre se debía a un tótem de la cultura nativa norteamericana. La presentación oficial tuvo lugar en el 20 de febrero de 1954 en el Salón del Automóvil de Detroit. Mientras que la apuesta de Chevrolet se centró en exaltar la deportividad, potencia y prestaciones, Ford enfocó su modelo al confort y a la comodidad, a la par que lo dotó de un compuestísimo equipamiento, pese a que también contaba con una estética muy deportiva y su potente motor V8 le proporcionaba unas excelentes prestaciones, de hecho, la primera generación Corvette montaba un motor de sólo seis cilindros.
Realmente, y sin pretenderlo, Ford había creado un nuevo concepto de automóvil con su T-Bird, el denominado 'Personal Luxury Car', un coche de estética deportiva pero que no renuncia a todos los elementos posibles de lujo y confort. La primera generación de 1955 salió a la venta el 22 de octubre de 1954 y estaba disponible con un motor Ford V8 Y-Block de 4,8 litros (292 ci) y 160 cv, pudiéndose elegir entre una caja de cambios automática Ford-O-Matic o una manual con overdrive. Para la siguiente temporada, el modelo de 1956 vio incrementado el tamaño de su motor, esta vez un 5,2 litros (312 ci) con 177 cv. Estéticamente se le reconocía por su rueda de repuesto al estilo 'Continental Kit' como en los Lincoln y la característica ventana tipo 'ojo de buey' en su techo duro. En 1957 los cambios estéticos fueron más evidentes, con un parachoques delantero más envolvente y de diseño más simplificado y unas aletas traseras más pronunciadas, tal y como se imponía la moda. Una novedad interesante fue el sistema de regulación de los asientos en cuatro posiciones llamado 'Dial-O-Matic', así como la posibilidad de dotar a los motores de un compresor McCullogh que incrementaba la potencia hasta los 300 y 340 cv según la versión de la mecánica. En 1958 llega la segunda generación del Thunderbird, pero ésa es ya otra historia.
Minichamps celebró el centenario de la firma Ford con una serie conmemorativa de sus modelos clásicos americanos. Este Thunderbird representa a la primera versión del año 1955. En primer lugar es muy acertado el color, muy común el blanco junto al rojo o el rosa pastel, pues este tipo de colores hizieron las delicias de los despreocupados automovilistas americanos. El molde puede considerarse perfecto, al igual que el detallado de los exteriores, donde no se escatima en cromo, calcas y tampografías. Muy bien rematado todo el interior, donde destaca una tapicería bicolor muy hermosa. Quizás lo mejor de esta miniatura es su relación calidad precio, ya que por debajo podemos encontrar los realizados por marcas como Yat Ming, a precio de derribo pero con una calidad y realización muy endebles, y por encima están los modelos de firmas más artesanales como Brooklin o Western, que para los precios que tienen, no responden a tanta calidad como la que tiene Minichamps.
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