El empresario, piloto y constructor de automóviles argentino afincado en Móderna, Alejandro de Tomaso, encontró en la alianza que Ford le propuso en 1969 todo lo necesario para seguir adelante en su sueño de producir radicales autos deportivos. El gigante de Detroit ya intentó comprar a mediados de la década en curso a Enzo Ferrari su compañía, pero el el Commendatore rechazó la oferta norteamericana para poco después aceptar una propuesta similar por parte de la familia Agnelli y su imperio Fiat de Turin. Ford había logrado batir a Ferrari en los circuitos con su revolucionario GT 40 de motor central trasero, pero lo cierto es que los del óvalo azul anhelaban añadir a su emporio una marca de deportivos exóticos. Parecía que el destino puso en su camino a De Tomaso.
La alianza permitió al argentino mantener su independencia en Europa pero a la vez le posibilitó disponer de toda la tecnología Ford de la que pudiera beneficiarse para sus coches, incluidos los motores más rabiosos. De Tomaso y Ford ya habían colaborado en cierta manera desde sus inicios, pues el primer deportivo del italoargentino, el Vallelunga, montaba un motor cuatro cilindros de 1.5 litros del Cortina británico. Su segundo coche, el incomprendido y exótico Mangusta, también montó motor Ford, en esta ocasión el musculoso V8 289 de 4.7 Litros.
De Tomaso mostró a Ford su última creación. Se trataba de un más que atractivo coupé de motor central con un agresivo y afilado diseño firmado por la empresa carrocera Ghia obra del americano Tom Tjaarda, algo totalmente providencial. Tjaarda era hijo John Tjaarda, el exitoso diseñador de los Lincoln Zephyr y Continental MK I. El nuevo coche de De Tomaso se llamó Pantera.
El Pantera fue presentado en 1970 en Módena y en el Salón de Nueva York casi de forma simultánea. Se encargó de la parte mecánica del mismo Gian Paolo Dallara -uno de los padres del Lamborghini Miura- que colocó en la trasera del coche de De Tomaso el enorme y potente motor Ford Cleveland V8 351 de 5.8 litros y 330 CV de potencia. El resultado era un automóvil con un llamativo diseño italiano motorizado por las potentes mecánicas americanas de Ford, un cóctel muy en boga en aquellos años.
Ford se encargó de distribuir desde 1971 los Pantera en Estados Unidos desde su red de concesionarios Lincoln y Mercury, las marcas premium del fabricante de Detroit. En 1972 se pone a la venta el Pantera L o Lusso y, en 1974, el GTS, más extremo y deportivo. Pero entre Alejandro de Tomaso y Ford no todo eran días de vino y rosas, pues seis años de alianza y cuatro años exportando el Pantera, con 5.500 ejemplares vendidos en los Estados Unidos, los del óvalo azul rompieron unilateralmente su acuerdo debido a los numerosos problemas de calidad de los coches de Módena, cuyos problemas de fiabilidad y construcción deficiente se amontonaban en el Departamento de Atención al Cliente. Muy popular aunque igualmente discutida sobre su veracidad es la anécdota que supuestamente protagonizó Elvis Presley con su Pantera amarillo, que cansado de que el coche no arrancara cada vez que lo iba a conducir, terminó disparándola. Este auto se encuentra en el Museo Petersen.
El Pantera continuó fabricándose y vendiéndose hasta el año 1993, sometiéndose a diferentes cambios estéticos y mecánicos, así como a versiones especiales. Siempre empleó tecnología Ford pese a las circunstancias que motivaron que la marca americana rompiera la sociedad con De Tomaso.
La miniatura que hoy nos ocupa es del fabricante alemán Minichamps. Se trata de la segunda variante de color realizada de este modelo, siendo la primera el clásico rojo. la miniatura corresponde a la primera serie del Pantera, concretamente un ejemplar del año 1972. Las formas de su carrocería demuestran que se trata de un molde muy logrado. Una pena es que en vez de cromar los marcos de las ventanas lo hayan pintado de gris plata, una técnica a la que Minichamps degraciadamente recurre demasiado. Sí son cromados las defensas, los tubos de escape y los limpiaparabrisas, más logrados que de costumbre. El interior es negro entero, pero moldeado y detallado con calcas y tampografías, sobre todo los elementos de la consola central. Destaca especialmente la clásica palanca de cambios con rejilla. También están muy bien reproducidas las llantas. Un gran detalle que para percibirlo hay que tener la miniatura en la mano, es que desde el interior se puede observar perfectamente la clásica tapa redonda del filtro del aire de su motor Ford V8. Con este De Tomaso en liza, es inevitable compararlo con otro que ya analizamos en su día , el mismo modelo pero fabricado por Spark y hay que decir que en líneas generales el Minichamps sale ganando, sobre todo por su detallado en general.
1 comentario:
Para mí, Minichamps, es EL FABRICANTE, de miniaturas, todo lo que hace es bueno (igual que AutoArt), y no tiene precios de locura como los de resina. Yo lo tengo en rojo y es una pequeña maravilla.
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