El primer Bentley de la posguerra vio la luz en 1946, una década después de que Rolls Royce absorviera a la firma. La berlina recibió el nombre de MK VI y tanto el chasis como el motor eran Rolls Royce. En este caso la mecánica de seis cilindros en línea, 4.257 cc y una cifra estimativa de potencia de 137 cv. En 1951 el motor incrementó su tamaño hasta los 4.566 cc.
Además de servofreno, una nueva caja de cambios de cuatro velocidades y suspensión delantera independiente, la principal novedad de este coche es que se trataba del primer Bentley fabricado con una carrocería estándar, aunque sí es cierto que los clientes más tradicionalistas y exclusivos optaban por encargar una realizada a su gusto a gente como HJ Mulliner o James Young.
Pero este factor permitió que el MK VI fuera el primer Bentley concebido para la exportación al exterior. La prensa especializada de la época recoge que se trataba de un vehículo muy bien realizado y que pese a su aspecto burgués, en sus genes tenía el encanto y la deportividad de los Bentley de los años 30, ya que era capaz de circular por carretera a más de 150 Km/H. Tres años después de su lanzamiento y debido a la buena aceptación del vehículo, Rolls Royce presentó el Silver Dawn, construido sobre un chasis alargado del MK VI y también con carrocería de serie, siendo el primer Rolls Royce en equiparla. Y en 1952, la versión Bentley del Silver Dawn, a la postre un MK VI con batalla larga, se denominó R-Type.
La carrocería de los MK VI fue un diseño de Gurney Nutting Blatchley y se fabricaba en la factoría de Cowley de la empresa Pressed Steel, que las enviaba para su ensamblaje a Crewe. La revista especializada 'The Motor' probó un MK VI con motor 4.6 litros alcanzando 160 Km/H y acelerado de 0 a 100 en 15 segundos.
Lansdowne Models, la división de coches clásicos del Reino Unido de Brooklin Models, presentó hace unos meses su primer Bentley, en este caso la clásica berlina MK VI. Hay que recalcar que es un modelo que ha tenido mucho éxito pues cada vez que se localizaba en alguna tienda de internet, pronto desaparecía. Como el resto de miniaturas del grupo Brooklin, estamos ante un modelo artesanal hecho a mano en UK en metal blanco. Poco a poco vemos en el detallado de los Brooklin que van subiendo de nivel y perdiendo la sencillez de los primeros modelos, cosa que es de agradecer, ya que no son precisamente baratos. En este caso vemos como ya se ha cromado el marco del parabrisas y se han colocado los tiradores de las puertas y del capó con piezas independientes. Los faros delanteros siguen siendo el punto más flaco de esta marca, pues no se realizan con plástico transparente a modo de cristal, sino con metal dorado. Los interiores también han sido otro de los puntos flacos y en esta miniatura se aprecia otra mejoría, pues vemos como asientos, salpicadero, volante y palanca de cambios se han moldeado de forma independiente y en diferentes colores. Siguen faltando las calcas para decorar el cuadro de instrumentos. En definitiva, vemos que cada año los Brooklin y derivados van mejorando.
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