A la hora de hablar de un coche como el que nos ocupa, resulta muy fácil caer en perogrulladas. Por eso, ruego a los lectores que me disculpen en la medida que puedan, pero lo siento, soy Ferrarista.
En el año 1987 vió la luz un nuevo modelo de la casa de Maranello que, en primer lugar, tenía una denominación diferente a lo habitual. Hasta ahora las denominaciones Ferrari eran de dos tipos, por un lado, las que hacían referencia al volumen unitario de un cilindro (valga como ejemplo 275 o 365), o las que indicaban la cifra de la cilindrada del motor seguida del número de cilindros (512, 308). Este modelo se salía de lo común. La 'F' hacía la referencia a la categoría reina del automovilismo, la Fórmula 1, así como a la inicial de Ferrari; y el 40, conmemora el cuarto decenio del nacimiento de la Scuderia Ferrari. La empresa del Commendatore quiso celebrar sus 40 años de vida ofreciendo a sus clientes un coche muy especial, que resultase la síntesis de su experiencia en la competición aplicada a un vehículo que circulase por la calle.
La primera mitad de los años 80 fue un período muy prolífico para Ferrari en lo que a modelos de calle se refiere. En 1984 vio la luz el Testarossa, que cubría el segmento de las berlinettas de 12 cilindros y su diseño lo consagró como todo un icono de su tiempo, llegando a ser expuesto incluso en el Moma de Nueva York. El 328 tomaba el relevo al 308 en el grupo de las pequeñas berlinettas V8. Como variante especial y de altas prestaciones de éste figuraba el 288 GTO, dotado de doble turbo. En lo que a Ferraris de cuatro asientos se refiere estaban los 412 y los Mondial Coupé y Cabrio. El F40 vino a culminar toda esta gama ofreciendo un producto aun más exclusivo si cabe.
Los órganos mecánicos estaban basados en los del 288 GTO, considerado su hermano pequeño. La carrocería era espectacular y se basaba en parte en la del 288 Evoluzione. Era angulosa, ancha, llena de branquias y terminaba en un gran spoiler trasero. Como no podía ser de otra forma, salió del lápiz del gran diseñador Pininfarina. Su mecánica era un V8 de 3.0 litros de cilindrada, sobrealimentada por dos turbocompresores japoneses IHI. Erogaba 478 cv, siendo uno de los coches con mayor potencia específica de su tiempo.
Las pruebas de la época revelan al F40 como uno de los Ferrari más indómitos de conducir. El uso de una mecánica turbo respondía a la tendencia generalizada en la F1 de la época. Su rival natural fue el Porsche 959 con tracción integral, doble turbo y 450 cv. Cabe destacar que el heptacampeón del mundo de F1, Michael Schumacher, siente una particular predilección por su F40, que usa muy a menudo. En sus años como piloto de Ferrari, el también campeón Nigel Mansell solía emplear su F40 para trasladarse entre un GP y otro. Fue el último coche que el Commendatore fabricó en vida, a cuya presentación asistió ya con estado de salud muy precario.
Quizás el mayor problema de esta nueva serie de Ferrari iniciada por el fabricante japonés Kyosho sea que sus miniaturas salen al mercado con mucho tiempo entre ellas. El modelo , como el resto de esta serie, tiene apertura de capó y maletero. Dentro del motor podemos ver con claridad multitud de sus componentes. Los detalles exteriores e interiores reproducen hasta la parte más pequeña. Es posible que sea una de las mejores miniaturas de este coche en la escala 1/43.
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