La compra de Citroen por parte de Peugeot en 1974 trajo consigo la inmediata puesta en liquidación de Maserati, ya que la firma italiana se encontraba en manos del fabricante francés del doble chevrón, originándose una especie de carambola. En 1975 Alejandro De Tomaso, piloto de carreras argentino y fundador de la firma de superdeportivos De Tomaso, rescató a Maserati y la incorporó a su grupo de empresas. Empieza así una nueva etapa en una marca que ya había conocido más de un proceso de este tipo y que viviría alguno más con el devenir de los años.
Puesto que la empresa De Tomaso ya se encargaba de la fabricación de deportivos de altas prestaciones y la nueva normativa financiera italiana era especialmente agresiva con este tipo de coches, la producción de Maserati se orientó hacia el campo de los coches de ejecutivo. El primer Maserati de la era De Tomaso fue el Kyalami.
Su aspecto resultó muy familiar para el público puesto que el coche fue desarrollado sobre el De Tomaso Longchamp, del que tomaba su chasis y carrocería. Se encomendó al carrocero Ghia que le diese un pequeño lavado de cara, consistente básicamente en el rediseño de su frontal y poco más. La principal diferencia con el Longchamp se descubría al levantar el capó, pues en vez del tradicional V8 Ford usado por todos los autos de De Tomaso en el Kyalam había un V8 Maserati proveniente de los Bora y Khamsin. El auto fue denominado igual que la ciudad sudafricana que albergó un clásico circuito de velocidad, sede durante muchos años de el GP de Fórmula 1.
En un principio, el motor V8 cubicaba 4,1 litros y rendía 270 cv, más tarde se incorporó una versión de 4,9 litros y 320 cv de potencia, con posibilidad de elegir cambio manual o automático. Entre que los clientes de Maserati de siempre no encontraron atractivo un coche que parecía enfocado a ser competencia de Mercedes y BMW más que de Lamborghini y Ferrari, y su poca fiabilidad, el Kyalami dejó de fabricarse en 1983 con apenas 150 unidades vendidas. Durante la década de los 80 Maserati abandonó la producción de deportivos y GT´s centrándose en las berlinas de la serie Biturbo hasta que en 1998 fue adquirida por Ferrari y el Grupo Fiat.
Después de un tres años de franca decadencia, parece que Minichamps vuelve con fuerza a recuperar un terreno que muchos fabricantes de miniaturas le han quitado. Pero parece que la cosa promete, no sólo por la nueva agenda de lanzamientos, sino por la calidad de los productos, puesto que este Maserati representa un pequeño salto de calidad en lo que al acabado se refiere, con detalles mucho más finos a los que nos tenía acostumbrado esta marca. Valga como ejemplo el tema de los limpiaparabrisas, que pese a seguir siendo de plástico, tienen otra forma más correcta y acorde. También es elogiable la elección de un modelo más bien anónimo de la firma Maserati como es el Kyalami, uno de esos coches denominados 'patitos feos'. En definitiva, esperemos que Minichamps vuelva por el buen camino y consiga recuperar un status que muchos coleccionistas daban por perdido.
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