El Cadillac Eldorado Biarritz de 1959 es el mejor ejemplo de la extravagancia que protagonizó el diseño automovilístico norteamericano en la década de los 50. "Con un capó más largo que California y un motor más grande que Texas", el Eldorado ocupaba el escalafón más alto no sólo en la gama de General Motors -sólo la gran limoisune Series 75 lo superaba- sino incluso de todo el mercado estadounidense de la época.
Por tanto, podemos afirmar que hablamos del sueño americano en versión cuatro ruedas.
Detrás de unas líneas propias de "la era espacial" andaba Harley Earl, jefe del Departamento de Diseño de General Motors. Earl y su más inmediato colaborador, Bill Mitchell, habían tenido desde finales de los 40 al diseño aeronáutico como principal fuente de inspiración. De hecho, ellos mismos introdujeron en la gama Cadillac de 1948 las colas inspiradas en las del avión Lockheed P38, información que ya constatamos en este blog en el capítulo dedicado a dicho automóvil.
El elemento estilístico más característico de la gama Cadillac de 1959 eran sus colas, también inspiradas en la aviación, aunque en este caso eran bastante más altas, afiladas y los faros traseros simulaban cohetes o reactores. Otros automóviles cohetáneos también incorporaron aletas traseras, como el Chrysler 300 C, el De Soto Adventurer o el Buick Elektra, aunque en ningún caso tuvieron un tamaño similar al del Cadillac.
Destinado a un público adinerado y elitista, el Eldorado Biarritz incorporaba todo tipo de refinamientos y lujos, como el cierre centralizado de las puertas, elevalunas eléctricos, asientos de reglaje eléctrico con seis posiciones diferentes, antena de radio retráctil, suspensión por aire y capota automática que se esconde bajo una tapa de fibra de vidrio.
El motor era un descomunal V8 de 6,3 litros y 345 cv de potencia que le permitían hacer el 0 a 100 en 11 segundos. Esta mecánica iba acoplada a una caja de cambios automática de tres velocidades Hydramatic Turbo de GM.
A partir de 1960 el diseño automovilístico norteamericano comenzó a racionalizar sus formas, que no el tamaño de sus coches, por lo que ya no se volvieron a ver coches de semejante porte.
Como parte indisociable del sueño americano, hemos visto al Cadillac Eldorado Biarritz de 1959 en la gran pantalla en innumerables ocasiones, aunque a mi concretamente me viene a la memoria un capítulo de la popular serie de acción de los 80 'McGyver' en el que un Biarritz azul celeste conducido por el actor Edward Mulhare (el popuar Devon Miles, de 'El Coche Fantástico') casi acaparaba todo el protagonismo. Igualmente en otra popular serie americana, 'Doctor en Alaska', el personaje Maurice (Barry Corbin) se paseaba por el pueblecito de Cicely en un Biarritz de color bronce que el Gobierno de los Estados Unidos le regaló como astronauta que había sido.
Ya tengo en mi poder el segundo modelo de la serie dedicada a los clásicos americanos que Spark ha lanzado este año. Hemos de decir que se trata de la última y más reciente reproducción de este popular modelo, curiosamente, todas las que teníamos medianamente accesibles databan de la década de los 90 (Franklin Mint, Vitesse y Matchbox), por lo que no está mal que después de 20 años ya dispongamos de un coche tan súmamente popular realizada con los estándares que demandamos los coleccionistas actuales. Realmente el modelo está muy bien realizado además de ser especialmemte llamativo por sí sólo. Incluso diría que su estándar de calidad es mejor que el del Chevy Impala del 59 que mostré hace un par de meses, que es el modelo que inauguró esta nueva serie. La miniatura es de resina y la mayoría de sus detalles están hechos con piezas cromadas y fotograbados. El molde me parece muy bueno y proporcionado. También me parece acertada la elección del color, el rojo intenso era uno de los más comunes. También se ha lanzado una edición exclusiva para la tienda Modelcarworld en azul celeste, aunque conociendo a Spark es muy probable que cuando pase un tiempo lo ofrezca en otros tonos.
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