El Sprite, "duende" en inglés, nació de la idea del presidente de la BMC, Sir Leonard Lord, de proporcionar un deportivo de bajo coste con la misma filosofía con la que en la década de los 30 se creó el popular Austin Seven.
El modelo que hoy nos ocupa es la tercera generación del mismo, o como los propios ingleses dicen, el MK III.
Este modelo empleaba la misma carrocería que se introdujo para el MK II, mucho más convencional en su diseño que la primera generación, conocida popularmente como Frogeye ("ojos de rana") por la peculiar forma de sus faros sobre el capó, que lo asemejaban a dicho animal.
El secreto del éxito del Austin Healey Sprite era el mismo que la mayoría de los pequeños deportivos británicos, una estética muy atractiva digna de un modelo superior aderezada con componentes mecánicos de la gran serie.
El Sprite MK III iba equipado con un motor de 1.098 cc Austin Serie A de 56 cv que proporcionaban una velocidad de 138 Km/H. El Sprite tenía un hermano gemelo, el MG Midget, el cual se revivía un nombre mítico de antes de la II Guerra Mundial. Ambos coches se ensamblaban en la factoría de Abingdon de MG. Tanto el Sprite como el Midget tuvieron en el Spitfire de Triumph su mayor rival en el mercado.
Spark es una marca que nos tiene acostumbrados más que nada a deportivos exóticos y a coches de competición, más que nada de Le Mans y resistencia. No obstante hay ocasiones en que nos deleita a los coleccionistas con creaciones de coches más populares y este Sprite MK III es un buen ejemplo de ello. El coche tiene unas formas muy correctas y el nivel de acabado es el habitual, donde predominan los elementos independientes y las piezas en fotograbado. El único pero que encuentro en esta miniatura es quizás que el tamaño de los neumáticos en relación a las llantas no es muy correcto. Sí destacoel fino de trabajo en el interior, los asientos con las clásicas costuras y el precioso volante en fotograbado.
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