En 1958, la factoría de la BMC de Longbridge recibió la visita del duque Felipe de Edimburgo. El presidente de la compañía, Sir Leonard Lord, se encargó de acompañar al consorte de la reina Isabel II por todos los departamentos y cuando llegaron a Diseño, el duque, en todo un alarde de indiscreción, dijo a Sir Leonard Lord que debía aportar un nuevo aspecto a los productos de la compañía pues él entendía que los coches de la BMC resultaban poco atractivos de cara al mercado de la exportación. Fuese realidad o no, Sir Leonard Lord se tomó al pie de la letra las palabras del duque y, bastante disgustado, comenzó a trabajar en una nueva generación de coches británcos.
Muy motivado por las palabras del duque de Edimburgo, Sir Leonard contactó con el prestigioso diseñador Pininfarina y fruto de la colaboración entre ambas empresas nació el Austin A40, presentado en el London Motorshow de 1958 en Earls Court. Pininfarina se había ganado su prestigio trabajando en las carrocerías de coches caros y exóticos, mayormente Ferraris, por lo que para la BMC que su nuevo utilitario adoptase el apellido del carrocero italiano sería un buen reclamo para el público. De hecho, Batista Pininfarina y su hijo, Sergio, estuvieron presentes en el lanzamiento del coche.
El A40 Farina era una pequeña berlina con un diseño muy agradable y bonito donde principalmente llama la atención su curiosa trasera tipo Notchback. El sello de Pininfarina queda perfectamente patente en su morro, similar al del Peugeot 404 y el Fiat 2100, y en sus faros traseros en forma de colas, también parecidos al de los modelos que acabo de mencionar.
El motor que movía al nuevo coche de la BMC no era otro que el Austin de cuatro cilindros A-Type, de 990 centímetros cúbicos y 34 cv de potencia. Una de las innovaciones más destacadas de este coche era precisamente la modularidad de sus asientos traseros, que podían replegarse para ampliar el espacio de carga, muy accesible para el usuario gracia a su portón trasero. Muchas publicaciones especializadas relatan que el A40 Farina fue un coche muy apreciado por las amas de casa de la Gran Bretaña de los 60, era bonito, elegante y muy práctico para ir a la compra y después recoger a los niños del colegio.
Ya a modo de anécdota, podemos contar que los ejemplares que se destinaron al mercado sueco hubo que cambiarlos de nombre por A40 Futura, ya que en Suecia, parece ser que Farina es una especie de azúcar morena. Igualmente hubo muchos pilotos de rally que vieron potencial en la fácil modificación que suponía hacer correr al Farina, siendo su participación más destacada en el Montecarlo de 1961.
Hace unos meses Vanguards presentó su primer A40 Farina, en color Sutherland Green, una miniatura que replicaba al coche que se cedió a la prensa cuando fue lanzado el modelo real. El que hoy presentamos, en color Tartan Red, tiene entre sus muchos atractivos la posibilidad de que el coleccionista le incorpore personalmente los espejos retrovisores sobre las aletas delanteras, una costumbre muy habitual en la marca que gusta mucho a sus entusiastas. El modelo que representa a un ejemplar de la primera serie (MK I), fácilmente reconocible por su parrilla ondulada y por tener los faros y los intermitentes integrados en un mismo conjunto. El molde viene a ser el principal fuerte de la miniatura, como viene siendo norma en la marca. El ornamento del exterior es justo, vistosos y con poca finura, salvo los limpiaparabrisas en fotograbado. El interior es correcto, aunque tampoco muy detallado, es todo negro salvo el salpicadero en claro. Con todo, se trata de un Vanguards, y es precisamente ese sabor a miniatura añeja uno de sus principales atractivos.
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