Alejandro de Tomaso era un gran apasionado del automovilismo, tanto de la competición como de la mecánica. Inició sus pasos en este mundo en su Argentina natal en carreras y campeonatos locales. Destacó su participación en dos carreras de Fórmula 1, siendo precisamente su mejor resultado el noveno puesto alcanzado en el GP de Buenos Aires de 1957 a los mandos de un Maserati privado. Igualmente era un hombre muy polifacético, empresario, economista y periodista, concretamente estuvo en el equipo fundador del periódico Clarín donde escribía en la sección de Economía. Hijo de un inmigrante italiano que fue un militante muy activo del Partido Socialista Argentino, De Tomaso también ejerció una faceta política, aunque en su caso fue una militancia conservadora de fuerte oposición al populismo peronista. Su ambición por prosperar y hacerse un nombre en el mundo del automovilismo le llevó a abandonar su Argentina natal para establecerse en el norte de Italia, realizando el camino inverso que años atrás realizó su padre. Los motivos políticos también fueron consecuencia de esta decisión.
En Europa, los principales fabricantes y equipos de competición italianos conocieron pronto el talento de De Tomaso, y su trayectoria en el viejo continente se inició con los hermanos Maserati, primero en su fábrica y más adelante, cuando estos la vendieron a los hermanos Orsi, en el proyecto OSCA. Fue precisamente trabajando como mecánico en OSCA donde De Tomaso tomó conciencia de lo que realmente quería dedicarse profesionalmente, ser constructor independiente de autos de competición. Nota curiosa: De Tomaso terminaría siendo a mitad de los años 70 propietario de Maserati tras adquirírsela a Peugeot-Citroen.
De Tomaso Automobili SPA se funda en Módena en 1959. El grueso de su negocio fue la construcción y desarrollo de monoplazas para categorías pequeñas como la recientemente creada Fórmula Junior. Llegó a fabricar coches de Fórmula 1 que emplearían equipos independientes en asociación con el propio De Tomaso, como es el caso de Frank Williams, cuyos primeros pasos como equipo en la categoría reina fueron con los coches de De Tomaso. Precisamente, el fatal accidente que en 1970 acabó con la vida de Piers Courage al volante de un De Tomaso Ford del equipo Williams terminó porque el empresario argentino cesara su negocio de producción de coches de competición y se centrara en los autos deportivos de calle.
Con 42 años, Alejandro de Tomaso, con su compañía a pleno rendimiento, decide introducirse en la construcción de coches de calle. Su primer proyecto de esta índole comenzó a gestarse en 1962. Bautizado con el nombre de Vallelunga, por el circuito de carreras situado en las cercanías de Roma, fue desarrollado empleando muchas soluciones técnicas de la competición. Llamó la atención la colocación del motor en posición central, sobre el eje trasero y tras los asientos delanteros, una solución propia de los autos de competición pero vista por primera vez en un coche de calle.
El diseño de la carrocería, muy grácil y esbelto, fue obra de los hermanos Fissore. Su principal seña de identidad era la gran luna de cristal trasera que le otorgaba la sensación de tener una gran superficie acristalada. Como pequeño fabricante que era, no disponía de los medios para construir su propio motor, por lo que aprovechó su buena relación con Ford y pudo disponer del motor Essex de cuatro cilindros y 1.5 litros del Cortina, que modificado por la gente de De Tomaso, carburadores Weber incluidos, lograba la cifra redonda de 100 CV, que unido a la ligereza del conjunto chasis-carrocería otorgaba al Vallelunga unas prestaciones muy buenas. Las carrocerías serían construidas finalmente en fibra en la empresa Ghia y no de aluminio como en un principio se pretendía.
El Vallelunga fue mostrado al público por primera vez en el Salón de Turín de 1963, pero hasta 1965 no salieron las primeras unidades. Algunos problemas de rendimiento derivados de su esquema de construcción y su alto precio con respecto a otros coches de la competencia hicieron que sólo se fabricasen hasta 1967 53 coches, más los tres prototipos con carrocería de aluminio. No obstante, De Tomaso no quedó insatisfecho de la experiencia y tras el Vallelunga lanzó un nuevo coche de calle, el Mangusta, pero esa es ya otra historia.
Sin duda la gran asignatura pendiente de la escala 1/43 con De Tomaso era el Vallelunga toda vez que diversos fabricantes han producido la mayoría de sus coches, especialmente el Pantera, el más representativo de la marca italoargentina. La sorpresa del Vallelunga ha venido de manos del novedoso fabricante alemán Thomas Rochmann y su marca Autocult, que desde su aparición reciente no ha dejado de sorprender con su catálogo de miniaturas basado en modelos muy raros y exóticos. El Vallelunga de Autocult está realizado en resina y forma parte de su colección 'Limited Editions', de hecho es una partida de 333 unidades. Es un modelo a escala de muy buena calidad y de reproducción minuciosa y cuidada pese a ser un automóvil de aspecto limpio y sencillo. Una de las grandes sorpresas de este año para muchos coleccionistas y que 'El Kekomóvil no podía dejar pasar.
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