sábado, junio 06, 2020

Lamborghini Bravo de Minichamps







La década de los 70 arrancó cargada de euforia para el joven fabricante italiano de deportivos Lamborghini. En 1971 aparecieron los primeros prototipos del sustituto del exitoso Miura, una empresa que a priori parecía complicada, pero que en 1974 y bajo la denominación Countach superó todas las expectativas, en gran parte gracias a su rompedor y agresivo aspecto, responsable incluso de su denominación, puesto que 'Countach' es una expresión del dialecto piamontés que equivale a 'impresionante'. Así pues ya con el Countach en la calle, Ferrucio Lamborghini encargó a Bertone que comenzase a trabajar en el sustituto del Urraco, el entonces benjamín de la marca, con la premisa de imprimirle un carácter similar al Countach. 

Bertone puso al frente del proyecto, denominado Studio 114, a un joven y prometedor diseñador llamado Marcello Gandini. Básicamente, de lo que se trataba era de realizar una versión pequeña del Countach a la que colocarle el motor V8 del Urraco. Así nació el Bravo. Lamborghini regresó de nuevo a las denominaciones del mundo de la tauromaquia. 'Bravo' es una palabra castellana polisémica que en el argot taurino tiene dos acepciones: la primera, la cualidad principal del toro de lidia, la bravura, bravo es el que tiene bravura. Y la segunda, es la expresión con la que el público asistente a la corrida jalea al matador durante su faena.

Sin duda alguna, el exterior del Bravo no deja indiferente. Su línea lo asemeja más a una nave espacial que a un coche. Llaman especialmente la atención la cantidad de rejillas que podemos ver sobre los capós delantero y trasero, además de su superficie acristalada tintada. El nombre del coche está bien visible en la esquina trasera derecha. Dos tomas de aire tras los pilares B sirven para refrigerar el motor V8 colocado en posición central. Las llantas tienen un inconfundible diseño italiano simulando un trébol de cinco hojas. 

El interior del Bravo es aún más minimalista que su exterior, con lo justo, el volante, cuadro de instrumentos, la palanca de cambios y poco más. El motor es el mismo V8 del Urraco, con 3.0 litros pero en su caso con 300 CV de potencia. 

El estallido de la crisis del petróleo frenó en seco la euforia de la firma de Santa Ágata. Ferrucio vendió sus acciones y se retiró al Lago Trasimeno, y la nueva dirección de la compañía dejó aparcado el Bravo, que finalmente y tras 65.000 Km de pruebas, fue a parar al Museo de Bertone, de donde salió en 2011 tras la bancarrota de dicha empresa para ser vendido por 588.000 euros en la subasta de Villa D'Este.

Sin duda el modelo más pintoresco del nutrido catálogo de miniaturas Lamborghini de Minichamps es este peculiar Bravo, un automóvil que desata un intenso debate a la hora de referirse a él, dado que para algunos es un prototipo mientras que para otros es un 'one off' o modelo único. Ciertamente nació como un prototipo, pero el coche tenía la capacidad de funcionar y circular, por tanto, las opiniones están ahí. Si que es cierto que se trata del último coche que encargase Ferrucio Lamborghini antes de su retirada. La miniatura de Minichamps cuenta con el excelente acabado habitual en las réplicas de este fabricante, parece correcto y proporcionado en formas y medidas y la terminación es buena, replicando los pocos detalles que tenía un coche con un diseño muy minimalista. Minichamps lo ha reproducido en color blanco metalizado. Y es que originalmente era de color bronce para ser pintado en blanco perla y a posteriori en verde bosque, volviendo en última instancia al blanco perla.

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