sábado, junio 03, 2006

Seat 1430 de Altaya







El primer Fiat 124 fue presentado en sociedad en abril de 1966 y su acogida mundial fue impresionante. Fue fabricado y ensamblado, bien como Fiat o con las correspondientes marcas regionales acreedoras de la correspondiente licencia, en Alemania, Irlanda, Bulgaria, Marruecos, Turquía, La India, Malasia, Argentina, la antigua Unión Soviética -donde bajo la enseña de Lada estuvo en producción más de 30 años-, y, por supuesto, en España, donde fue un enorme éxito, acaparando durante su existencia el grueso de las ventas de su segmento -cosa no muy difícil dada la oferta nacional existente- y recibiendo en 1967 el galardón 'Coche del Año'.

En octubre de 1968, Fiat exhibió en el Salón de Turín el nuevo 124 Special. Era el primer derivado que se construía basado en la popular berlina y montaba un nuevo motor de 1.438 cc de 70 cv de potencia, además de un nuevo y más completo equipamiento. Era fácilmente reconocible por una nueva calandra en la que se integraban grupos ópticos dobles cuadrados. Sus 10 cv extra con respecto al 124 estándar le conferían una velocidad máxima que superaba los 150 Km/H.

En España, Seat realizó leves modificaciones sobre el 124 Special italiano y lo comercializó en 1969 como Seat 1430. De este modo, el nuevo producto de la firma nacional se situaba como una versión más equipada y prestacional del 124.

1973 fue un año complicado para el automovilismo debido a la crisis económica mundial provocada por los países de la OPEP. Sin embargo, Seat se mostró muy prolífico en novedades con el lanzamiento de cuatro nuevas referencias en su catálogo: la berlina 132, el 124 Sport Coupé con motor 1.8 y un 1430 con motor 1.6. Denominado popularmente como FU, en relación a las dos primeras letras de sus bastidores, el 1430 1600 con motor biárbol de 80 cv de potencia, ganó pronto fama de berlina deportiva gracias a que las primeras unidades fueron adquiridas por personajes del ambiente barcelonés de las carreras. Era muy agradable de conducir y contaba con un equipamiento muy refinado, todo ello entendido dentro del peculiar contexto del automovilismo español de entonces. 

Un año después de la aparición del 1600, Seat presenta el 1430 1800 FU con el motor de 1.8 litros y 115 cv del 124 Sport Coupé, más potente, más divertido de conducir, más equipado y con una acogida aún más exitosa, convirtiéndose en un codiciado objeto de deseo entre los automovilistas españoles que veían en él el equilibrio perfecto entre un auto familiar pero con el que disfrutar conduciendo. El especialista madrileño Desarrollos de Automoción -la popular Ddauto- realizó interesantes preparaciones tomando como base los 1430 FU. 

La saga de berlinas deportivas 1430 FU tendría su continuidad en los 124 Especial FL con carrocería tipo Pamplona, que tendrían en el FL90 de 2.000 cc su canto de cisne, aunque ya ésa es otra historia. Su potencia y agilidad entre la oferta automovilística de entonces convirtió a los 1430, especialmente a los 1600 y 1800, en los autos predilectos de los ladrones y atracadores de bancos para sus huidas, cosa que se puede comprobar en las películas de finales de los años 70 del conocido popularmente 'Género Kinki', valiendo como ejemplo títulos como 'Deprisa, deprisa', de Carlos Saura, o las archiconocidas sagas de 'El Torete' y 'El Vaquilla'.

Vendido como el número 14 del coleccionable 'Nuestros Queridos Coches', editado por Altaya, la miniatura del 1430 despertó un grandísimo interés por los coleccionistas españoles que se dejó ver en los principales foros especializados que por fin vieron su sueño cumplido de tener uno de los autos irónicos de la automoción española en la universal escala 1/43. No obstante, cuando la miniatura vio la luz cundió un poco de descontento pues el coche no cumplió con las expectativas. Un molde de proporciones y líneas irregulares deformaron la imagen del coche, aunque el detallado del mismo no dejaba lugar a dudas del auto que se trataba. Con todo, puede considerarse una de las miniaturas con mayor éxito en nuestro país y pese a las críticas fueron muchos los coleccionistas que los añadieron a sus vitrinas, orgullosos de tener representado al mítico Catorcetreinta de sus padres y abuelos.

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